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Ese ruido estridente, retumbando como si fueran enormes y ensordecedores tamborazos. Un golpe fuerte y furioso al despertador basta para silenciarlo. Otro día más, otro día más para esta rutina tan aburrida y fastidiosa. Cuando volteo el rostro hacia el despertador veo que marca las 7:30 de la mañana. De un salto me levanto mientras mi pulso se aceleró completamente; mi cabello es un asco, sinceramente no sé qué hacer con él, debería cortarlo completamente aunque a mi padre le daría un infarto al verme.

Con un zapato en la mano apoyado sobre la palma para que logre entrar en mi pie, comienzo a dar saltos en mi pie que mantiene mi tenis aun suelto de las agujetas. ¡Es muy tarde!. Una vez que logro controlar mi cabello en una coleta corro escaleras abajo intentando no caer o tropezar. No soy la persona más coordinada del mundo.

Mi padre se encontraba en el comedor, con el periódico sostenido por ambos extremos medios frente a él. Pasó una hoja y me echó una mirada acusadora mientras sus cejas se levantaban en mi dirección.



—Veo que te despertaste ¿Tienes hambre (Tu nombre)?



La dulce voz de Emma se escuchó desde el pasillo. Voltee la mirada en su dirección mientras sonreía y traía consigo mi desayuno.



Tu: si, demasiada. Pero se me ha hecho tarde
—Parece que te dormiste tarde anoche — nuevamente esa mirada acusadora.
Tu: papá…
Emma: Zacary Adams deja tranquila a la niña
Zacary: nana si la sigues consintiendo tanto se hará malcriada



Nanny le dio una mala mirada mientras mi padre levantó las manos en señal de rendición. Me reí pero de inmediato fui reprendida por su mirada ¿Cuál era el problema ahora?

Quise preguntar, pero el tiempo se me venía encima.



Tu: Gracias Nanny pero creo que no podré desayunar hoy, debo irme pronto
Zacary: te llevaré yo a la escuela — lo miré desconcertada — no me mires de esa forma. A veces puedo darme un tiempo para estar con mi hija
Tu: esta bien.



Algo en realidad no lo estaba. Corrí de vuelta a mi habitación y tomé mi mochila. Con las cosas meneándose dentro me dirigí al frente de la casa a esperar por mi padre. Vi el coche pronto y me deslicé dentro. Durante cinco minutos hubo un silencio incomodo en el auto, mi padre se encontraba concentrado en el camino. Un suspiro escapó de mi boca y él me miró con una sonrisa inexpresiva.



Zacary: ¿mala noche?
Tu: no tienes idea. Los profesores creen que somos maquinas que no necesitan descanso, terminé mi tarea a las dos de la mañana
Zacary: a veces tenemos que hacer sacrificios, nena. Las cosas no vienen fácil.
Tu: pero si se van fácil — su boca se torció en inconformidad.
Zacary: tranquila, las cosas están así porque pronto vendrá el verano. El tiempo se les ha venido encima a todos…



Detuvo sus palabras, su móvil comenzó a sonar y él atendió el manos libres. Sus únicas palabras que podía escuchar eran “si”, “por supuesto” “no es problema” y un final “estaré ahí pronto”. Devolvió el móvil a su bolsillo y me miró atrapándome mientras estudiaba se expresión.



Tu: ¿era Martin?
Zacary: si, al parecer hay un problema — el auto giró en dirección a una curva a la derecha — ¿lo ves? Las cosas no son fáciles, siempre vas a encontrar dificultades. Ya sea en el colegio, o como yo, en la oficina.
Tu: lo sé — bufé cansada— quizás puedas darme un tour algún día de estos, ya sabes. Poder conseguirme un autógrafo y una fotografía — me miró sonriendo.
Zacary: alguna vez será. Ahora hemos llegado.



Su cabeza se inclinó en dirección al colegio. Resoplé fastidiada y tomé mi mochila del asiento trasero. Besé la mejilla de mi padre y me despedí con un “te quiero”. Salí del coche y caminé por la acera hasta encontrarme de cara a la puerta. Mi cruel y eterna prisión, al menos hasta las 3 de la tarde. Respiré hondo y me repetí a mi misma que las cosas no podían estar tan mal. Empujé la puerta de cristal y me encontré en una estampida de alumnos de distintas edades. Gritos, risas burlonas, conversaciones… todo tipo de ruido envolvía esos pasillos.

Caminé hacia mi casillero pero un tirón de mi brazo me hizo voltear y al mismo tiempo balancearme sobre mis talones. La risa escandalosa no se hizo esperar, mi entrecejo se frunció mientras esa sonrisa desaparecía de aquel rostro.



Tu: muchas gracias, Emily —entoné molesta—ahora me quedará una marca negra en el brazo.
Emily: lo siento, no fue mi intención pero estabas escapando.
Tu: tu casillero está justo junto al mío
Emily: lo siento, ¿Cuántas veces debo decirlo? — me echó una mirada igual a la del gato con botas.
Tu: no caeré en eso — me acerqué al casillero y una vez abierto tomé mis libros.
Emily: parece que estás de muy mal humor.
Tu: bueno veamos… ¿Qué te parece…? Me dejaste hacer todo el proyecto de ecología a mi sola, no dormí por tu culpa.
Emily: lo siento, de verdad. Ya te expliqué las razones. Puedo compensártelo
Tu: ¿A, si? ¿Cómo?
Emily: el sábado, yo invito ¿de acuerdo?



La miré seria, pero no respondí.



Emily: vamos, (Tu nombre). Piensa, el sábado, en el “Dolce gusto”
Tu: Emi… sabes que planes hay para el sábado ¿acaso lo olvidaste?



Ella me miró confundida, mi amiga no era la persona con mejor memoria en todo Nueva York. De hecho, se le olvidaba el 85% de las cosas o por lo menos a cuando le convenía. Emily era blanca, de cabello rubio obscuro y enormes ojos azules, era esbelta y guapa. Era mi mejor amiga desde hacía 7 años. Nos conocimos cuando yo llegué a Nueva York con mi papá. Para él tenerme en los Estado Unidos era una oportunidad para tenerme vigilada mucho más tiempo, la mayoría de edad, por lo que estaba entendido en este lugar, era a los 21 años. Habíamos dejado Latinoamérica después de la muerte de mi madre. Él se había vuelto muy sobreprotector y prefería mantenerme bajo su custodia todo lo que pudiera. No desaprovecharía el tenerme hasta los 30 si fuera posible.



Emily: lo olvidé por completo ¿los chicos saben?
Tu: por supuesto que lo saben. Estuvimos todos ahí. Fuimos a celebrar al “Dolce gusto” con cocoa y panecillos.
Emily: cierto, ese día estaba lloviendo.



Negué con la cabeza mientras levantaba la mirada y extendía las manos como buscando algún milagro divino. Emily me dio un suave codazo en mi costado y rió junto conmigo. La campana se escuchó y corrimos hasta el salón de clases. La primera hora del día y teníamos una aburrida clase de historia. ¿para que servía saber la historia de un país que no era mío?

Ambas tomamos nuestro lugar en la mesa compartida. Comenzando con una lectura rápida y una explicación por parte del profesor. Voltee para mirar por el cristal y mientras llegaba a él pude ver un mar de rostros aburridos y bostezantes a mi alrededor, lo que provocó un bostezo en mi. ¿Por qué cuando veíamos a otros bostezar los imitábamos? Recargué mi barbilla de mi palma mientras el peso resentía en mi codo apoyado de la mesa. Mis ojos se cerraban mientras la voz del profesor me acurrucaba. Me había dormido a las 5 de la mañana, no a las 2 como le había dicho a m padre.



El reloj marcaba las diez y media y ahora nos encontrábamos en clase de matemáticas, ¡diablos! Como odiaba esas estúpidas ecuaciones. Pero sin duda no me daban problema, no tenía un porcentaje de 100 en esa materia, pero podía defenderme perfectamente con un 90 o en el mejor de los casos un 93.

Mis parpados pesaban y mis ojos querían cerrarse, mi cuerpo estaba cediendo ante el cansancio de la noche que no dormí. Finalmente mi cabeza quedó recostada sobre mis brazos extendidos sobre la madera y una sonrisa acompañó mis labios mientras comenzaba a disfrutar de un corto pestañeo, el cual terminó. Mis ojos se abrieron completamente al estruendo de la regla caer con fuerza sobre la madera cerca de mis brazos.



—¡Señorita Adams! ¡Pase al frente y quiero todo lo de la pizarra solucionado!
Tu: pero yo…
—¡Ya lo dije! ¡Pase ahora o irá con el director!



Me levanté a regañadientes y caminé hasta quedar frente a la pizarra, aun dando bostezos descaradamente comencé a resolver los ejercicios que estaban frente a mí. Con el marcador color verde botella llené los espacios frente al signo de igual. Una vez que terminé me di media vuelta y coloqué el marcador sobre el escritorio del profesor, regresé a mi asiento pero me di cuenta que el profesor ya no estaba.



Tu: ¿Qué ocurre con él?
Emily: trata de mantenerte despierta
Tu: es fácil para ti decirlo
—¡Adams! —escuché detrás de mi y un gesto de disgusto se plantó en mi rostro —¿necesitas tu osito Tedy para dormir? — una risa escandalosa resonó en el salón.
Tu: Travis, gracias pero no. Se lo he dado a tu madre desde el verano pasado, dijo que su bebé lo necesitaba, y bueno, yo ya no lo ocupo desde los 8 años.



Su rostro se ensombreció. La madre de Travis no tenía bebés. Él era hijo único, y eso lo sabían todos.



Travis: muy graciosa, niña. Eres una tonta.
Tu: repite esa palabra, seguro que sabes el significado. Digo, no fui yo quien reprobó ecología.
Travis: no, pero seguro mami te consolaría si lo hicieras. Espera… no puede, tu no tienes mamá



Mi mirada furiosa se centró en sus ojos. Mis puños se cerraron, quería golpear al idiota, quería golpearlo tan fuerte en ese lugar, que no se pudiera levantar en semanas a causa del dolor que le ocasionaría.

Me levanté pero en ese momento entró el profesor, ni siquiera se molestó en revisar los ejercicios. Tomó sus cosas y salió como si nosotros no existiéramos. Mi boca se abrió y volvió a cerrarse. Travis tomó sus cosas y pasó delante de mi con una sonrisa burlona. Tenía tantas ganas de hacerle comer mi puño. Una chica lo alcanzó y este la tomó de la cintura. La chica me dio una mirada despreciativa y continuó su camino junto a él. Me dejé caer sobre la silla y resoplé cansada y molesta. Por lo menos había llegado la hora del almuerzo.



Emily y yo caminamos hasta la cafetería. Después de unos momentos fuimos hasta una mesa llevando nuestra comida con nosotros. Mi estomago había estado rezongando desde hacía un par de horas. Mi apetito era feroz y comencé a devorar todo lo que había en mi plato mientras Emily me miraba con la boca abierta y su hamburguesa en las manos.



Emily: tranquila, mujer. Pareces un jugador de futbol terminando su entrenamiento.
Tu: lo… —tragué — siento. No me dio tiempo de desayunar, me quedé dormida.
Emily: está bien. Solo intenta no atragantarte con la comida.



Le enseñé la lengua y seguí comiendo. Unos últimos sorbos sonoros en el interior del vaso me dejaron satisfecha. Coloqué las manos sobre mi estomago y suspiré contenta. Haber comido me había puesto de buen humor. Pero ahora debíamos entregar el proyecto. Se supone que ambas debíamos conocer todo a la perfección, pero al haber hecho yo sola todo, Emily no sabía mucho. Le di el escrito y ella lo leyó rápidamente. Para ser alguien que “no tiene tan buena memoria” aprendió rápido todo lo que leyó.

La campana sonó de nuevo y todos tomamos el asiento de cada uno. La profesora entró con una expresión de pocos amigos. Tenía una apariencia joven pero el carácter de una mujer de 60 años. No perdía oportunidad para enviar a uno que otro desafortunado chico a la oficina del director o suspenderlo por cualquier motivo. Era la profesora a la cual le teníamos más “miedo”. Sin duda porque era la que más disfrutaba de la escuela de verano.

Con su cabello rojizo y rizado recogido en un moño, sus lentes de media luna cayendo sobre el puente de la nariz y un traje de falda y saco a juego color gris opaco, con una blusa blanca con holanes. Tenía cerca de unos 30 años, pero parecía muy mayor con ese atuendo. Tenía un acento extranjero, similar al alemán o quizás al francés. Pero que en ella, al contrario de cualquier mujer simpática, sonaba amenazante y aterrador.



—comenzaremos en cinco minutos, preparen sus proyectos.



Emily y yo comenzamos a ver los últimos detalles del nuestro. Con gran esfuerzo y dedicación —y una gran ayuda de mi hermosa nana— habíamos logrado realizar un pequeño panel solar y lo mejor de todo ¡había funcionado!. El día de ayer había tenido que terminarlo y gracias al sobrino de Emma que es ingeniero en energías renovables, logramos hacer funcionar el cacharro.



—Señoritas Adams y Payne. Su proyecto por favor.



Ambas nos miramos con el rostro completamente blanco. ¡Dios! ¿Qué tenía esa mujer que daba tanto miedo?

Pasamos al frente de la clase y comenzamos con una explicación breve. El funcionamiento era muy sencillo. Habíamos conseguido unas pocas de celdas solares, cristales, frame de aluminio, reglas, tijeras… en fin, todo lo necesario. Una explicación de 10 minutos del funcionamiento del panel y otras especificaciones bastaron para nosotros. La profesora comenzó a revisar meticulosamente nuestro trabajo y después bajó la mirada a su computadora, sus gafas cayeron un poco casi a la punta de su nariz pero con un dedo las deslizó a su sitio.

No dijo nada, simplemente pasó a la siguiente pareja para que presentara lo que sea que había llevado. De par en par hasta terminar con todos. La expresión de su rostro difícil de descifrar lo que hacía que los nervios se pusieran más de punta en todos.

Finalmente habló con ese perfecto acento alemán/francés.



—jóvenes. Sé que tienen más asuntos que resolver que mi materia — su voz se escuchaba comprensiva — pero les aseguro — nos lanzó una gélida mirada —que si tienen planes para el verano, seré el motivo de que los cancelen. Además. También puedo ser el motivo de que no se gradúen.



Tomó un montón de hojas. ¿Cuándo había escrito eso? Una a una las puso sobre las mesas boca abajo ocultando su contenido. Cuando hubo repartido todas y cada una de ellas nos pidió voltearlas.

Quejidos, bramidos de enojo, rostros pálidos era lo que podía ver. Miré a Emily quien tenía los ojos cerrados y estaba aun más blanca que de costumbre. Miré la hoja con todo el valor que pude darme y mis ojos se abrieron mientras sentía mi mandíbula caer.



Tu: Emi… ¡EM! — ella me miró —tenemos —le mostré la hoja —¡un 89!
Emily: ¿Qué?



Me arrebató la hoja de las manos mientras la miraba una y otra vez sin poder creerlo. La profesora tomó sus cosas y nos lanzó una sonrisa que nos hizo sentir escalofríos.

Después de vencer contra “la bruja” nuestro día no podía ser tan malo. Las siguientes clases pasaron demasiado pronto. Mientras que nosotras aun no podíamos borrar la sonrisa de nuestro rostro.



Caminábamos a casa, Emily vivía una cuadra atrás de mi casa así que me dejó sola cuando llegamos frente a su puerta. Caminé el resto sola. Mientras recordaba que había algo que no estaba bien en la mañana. Llegué a la puerta blanca y giré la perilla. Un fuerte apretón a mi cintura y el peso no se iba por más que avanzara.



Tu: Ya basta Francesca



La pequeña rubia me miró y sonrió complacida. Me soltó del abrazo de medio oso y se echó unos pasos atrás.



Francesca: mi tío Zac dijo que me ayudarías a mi tarea
Tu: ¿eso dijo? — ella asintió —está bien. Pero antes comemos ¿si?



Ella asintió de nuevo y logramos llegar al comedor sin más abrazos. Francesca era la hija única de un hermano de mi padre que se había casado con una francesa. La pequeña tenía 10 años y era muy apegada a mi, aunque a veces su amor me volvía loca. Decía que era su hermana mayor y yo la veía como mi hermana pequeña.

Emma nos esperaba ya con la mesa puesta. Una deliciosa entrada y un exquisito guisado nos satisficieron a Francesca y a mi.



Emma: (Tu nombre) ¿Qué tal tu día en el colegio?
Tu: agotador, pero tuve una buena nota en el proyecto
Emma: la próxima Emily tendrá que desvelarse. No tú.
Tu: lo sé, pero… ah! —suspiré.
Emma: niña, no es bueno para tu salud
Tu: tranquila. Niña es Francesca, yo soy suficiente mayor.
Emma: no creo que 18 años sea suficiente mayor. Aun no eres mayor de edad.
Tu: lo soy… no aquí pero si en mi país.



Emma me miró y sonrió mientras negaba con la cabeza. Después de recoger los platos y lavarlos, me dispuse a ayudarle a Francesca. La tarde estaba muy silenciosa así que no dudé en terminar ese silencio.



Tu: Fran ¿te molesta si pongo música?
Francesca: nop



Le sonreí y subí casi corriendo a mi habitación, llevaba mi ipod mientras buscaba una selección de música adecuada para ambas. Cuando estaba por llegar al comedor escuché voces.



—¿es ella? Es un encanto.
Francesca: si, es mi papi
Zacary: Francesca, no mientas — mi padre desaprobaba.
—entonces ¿Quién es?



Caminé más hasta llegar con mi prima, pero ahora estaba mi padre y unas personas más las cuales no conocía.



Tu: er… ¿hola?



Todos se voltearon a mirarme y por un momento sentí que me hacía pequeña…



Hola!!!! ¿Como están mis chiquillas? Aquí el primer capitulo. aunque creo que no las acostumbraré a hacerlos tan largos sino después tengo regaños de su parte cuando los hago cortos. Como ven, esta fic será como las conocen todas, el mismo tipo de... "dialogo" y esas cosas. 

Liz Nicole: te pido una disculpa, pero bueno. Como alguna vez lo mencioné estoy en la universidad y a veces no me da mucho tiempo para leer sus fics. y a veces ni siquiera puedo publicar muy pronto. Espero poder darme un tiempo de leerte ¿vale?

Bueno chicas, nos leemos la próxima, se cuidan mucho y tengan una excelente semana.

6 comentarios:

clauss

me gusto mucho espero que puedas subir pronto cuidate

Lizy Andrade

OMG me encantoooo muchooooteeeee
ahhhhhh espero qué subas la
proxima!!!!!
cuidate mucho bye

Anónimo

Wooow!!!! supermega woow!
de verdad que me fascino
espero con ansias lo proximo
cuidate mucho nena
:D

Unknown

me encantooo :)
espero el prox
bye cte:) :)

Lizeth Jiménez.

:OOO ¿Quién era ese o esa? :OO ¡Tienes que subir pronto! No puedes dejarme con la duda! :c
Esta historia comienza a ponerse buena. Michelle *-*.

¡Nos vemos! :B

Anónimo

¡Hola! Me leí esta entrada y me gustó muchísimo, te sigo :3

Yo también subo una fic de Tokio Hotel, por si te interesa pasar y echarle un vistazo a ver qué te parece :3

Un beso!

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Memories

Mi vida un cuento de hadas, hasta
el momento en que mi inocencia fue
robada por sus labios, en ese instante
probé el veneno que me mataría lentamente,
provocando mi agonía con un dolor incesante
que jamás nadie podría curar,
un veneno llamado... amor

...

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Michelle Darkness of moon
De mi no puedo decir mucho ya que no sirve adorarme de flores si cuando me conoces no soy lo que dije antes, prefiero que las personas me conozcan. Soy de las que le gustan las cosas claras y que sean sincer@s, cuando me convierto en amiga de alguien, entrego mi a mistad al 100% y hago todo por defender a quienes amo y quienes me importan, lo que puedo decir de mi, es que soy una buena amiga o al menos eso demuestro a diario, no me considero mejor que nadie pero tampoco menos a los demás... no se que tanto talento tenga o si en realidad lo tengo solo espero que les guste lo que escribo ya que lo hago con dedicación y esfuerzo, expresando sentimientos y dejando parte de mi alma aquí... te propongo me conozcas verás que no soy tan mala como muchos me ven :) gracias por leer.
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